Ansiedad en terapia
Cojo el teléfono, un mensaje de solicitud de terapia: llevo un tiempo con mucha ansiedad, no puedo dormir y me siento muy saturada.
La ansiedad que describe esta mujer en su necesidad habla de un síntoma. Es la manera que tiene nuestro cuerpo de avisarnos de que algo no está bien, de que necesita ser escuchado. Lo que experimenta—esa falta de control sobre funciones básicas como el sueño, las respuestas emocionales reactivas, la sudoración, la sensación de ahogo o la pérdida momentánea de sensación en las piernas—es el cuerpo encendiendo una alarma interior.
Y como toda alarma, su propósito es alertarnos. La cuestión no es silenciarla sin más, sino averiguar qué la activa. Aquí es donde entra la terapia,pero para poder escucharla, primero necesitamos algo fundamental: estabilizarnos.
Como psicóloga, el primer paso no es ir directamente llegar al porqué, al origen de la ansiedad. Y sí, lo sé, esta parte de incomprensión nos genera mucho malestar. Sin embargo, primero necesitamos aprender a regularnos, a encontrar herramientas que nos ayuden a manejar ese malestar de manera que nos sintamos seguras en nuestro propio cuerpo. La respiración consciente, la conexión con el presente, ejercicios de anclaje o prácticas de movimiento son recursos que aprendemos juntas en terapia.
Con el tiempo, y después de estabilizarnos, podemos explorar a través de un recorrido y contexto vital, qué activa la ansiedad. Porque la ansiedad, aunque incómoda, nos habla de nuestras necesidades no atendidas. Tiene raíces profundas que suelen estar relacionadas con nuestras experiencias vitales. Situaciones de peligro, traumas, o incluso la falta de un entorno seguro en nuestros vínculos de apego, pueden dejar huellas en nuestro cuerpo y nuestra mente. Estas experiencias no procesadas se quedan "grabadas" y condicionan nuestras respuestas actuales, como si nuestro cuerpo siguiera reaccionando a algo que ya pasó.
En terapia, identificamos y trabajamos estas partes de nuestra historia para integrarlas. El objetivo no es luchar contra la ansiedad, sino aprender a escucharla, comprenderla y transformarla.
Y es que la ansiedad no es un enemigo, sino una señal. Comprenderla es el primer paso para transformarla. Si esto resuena contigo y sientes que necesitas ayuda para regularte y entender qué activa esa alarma interior, te invito a dar ese primer paso juntas.