Del estrés al bienestar: cómo salir del modo supervivencia y empezar a sanar
Estrés crónico, agotamiento constante, hiperactividad mental… ¿Te resulta familiar? Puede que estés en modo supervivencia: una respuesta automática del cuerpo ante años de tensión. En este artículo descubrirás qué es, cómo reconocer sus síntomas y cómo empezar a salir de este estado con herramientas de psicología somática y journaling. Aprenderemos como empezar a recuperar tu bienestar desde la raíz.
🌿 Salir del Modo Supervivencia
“La verdadera seguridad no está en hacer más, sino en sentirnos más presentes.”
En los últimos años hemos escuchado con más frecuencia hablar del sistema nervioso, del modo supervivencia y de la teoría polivagal. Y es importante: necesitamos comprender cómo opera nuestro cuerpo en contextos de amenaza, cómo nos adaptamos cuando sentimos peligro, cómo nos desconectamos cuando lo que vivimos es demasiado.
Pero no quiero que se nos pase algo importante por alto: el contexto. Necesitamos poner una mirada crítica y reflexiva sobre esto.
No se trata solo de ti, de tu sistema nervioso o de tu infancia. También estamos inmersas en un sistema que nos exige rendir, producir, estar disponibles y ser eficientes, incluso cuando estamos agotadas o heridas. Ese sistema —el del neoliberalismo, la autoexigencia, la positividad tóxica— también atraviesa nuestro cuerpo.
Y nos ha hecho creer que si no hacemos, no valemos. Que si paramos, perdemos. Que si descansamos, fracasamos.
Por eso, aunque este cuaderno está pensado como una herramienta para tu proceso personal —para ayudarte a reconectar contigo, con tu cuerpo, con tu ritmo—, no quiero que lo sientas como otra exigencia más. No es un manual de productividad disfrazado de autocuidado. No es un intento de arreglarte.
Es una propuesta pequeña y delicada para recordarte que no hay nada malo en ti. Que no necesitas hacer más, sino volver a ti con más presencia y menos juicio.
🌱 Te comparto entonces esta primera parte de guía somática y de journaling para desacelerar, reconectar y empezar a sanar desde el cuerpo.
Lo primero... ¿Estoy en modo supervivencia?
Tal vez no lo llamás así.
Pero puede que reconozcas algunas de estas señales:
Me cuesta parar, aunque esté agotada.
Mi mente sigue corriendo incluso cuando intento descansar.
Me siento culpable si no hago algo "útil".
Me despierto de noche con el corazón acelerado.
Me enfermo después de días intensos, como si mi cuerpo me obligara a parar.
Hay días donde no siento nada. Solo un vacío.
Me cuesta decir lo que me pasa. No sé bien qué necesito.
¿Te resuena alguna?
Si es así, es posible que tu sistema esté en modo supervivencia: un estado corporal en el que no hay suficiente seguridad como para bajar la guardia.
¿Qué le pasa a mi cuerpo cuando estoy así?
Lo explicaré brevemente.
La teoría polivagal, desarrollada por Stephen Porges, nos ayuda a entender esto. Nuestro sistema nervioso tiene la capacidad de detectar amenazas incluso antes de que podamos racionalizarlas. Cuando percibe peligro, se activa para protegernos:
Entra en lucha o huida (estrés, tensión, alerta, hacer sin parar),
o bien colapsa en un estado de congelamiento o desconexión (apatía, cansancio, vacío, aislamiento).
Esto no es un fallo del sistema, sino un mecanismo de defensa.
Pero cuando esa respuesta se vuelve crónica, el cuerpo empieza a sostenerse en un nivel de alerta o agotamiento que no es sostenible a largo plazo.
Ahí es cuando aparecen síntomas: inflamación, ansiedad, problemas digestivos, insomnio, dolores crónicos o simplemente un sentido de desconexión de la vida.
Es una situación de alarma social (o eso lo veo yo), que inunda las consultas, nos lleva a bajas laborales constantes y a una sobremedicación de la población... Basta con leer los datos.
Empecemos.
Esta semana, vamos a desacelerar.
Es momento de bajar el ritmo sin culpa. De enseñarle a tu cuerpo que no necesita correr para estar bien. Que puede sentir, estar, disfrutar… sin estar alerta.
Vamos a practicar algo que puede parecer pequeño, pero es enorme.
No te voy a pedir que cambies toda tu vida en una semana.
De hecho, a partir de aquí, esto es un compromiso contigo misma.
Todo inicial en lo básico, pasa por lo “obvio”: observarnos.
Quiero que empieces a notar todas esas acciones cotidianas que haces en modo automático, sin darte cuenta, con prisa o desconexión. Esos momentos en los que tu cuerpo está, pero tú no.
Te invito a identificarte en ellos, a tomar conciencia.
Por ejemplo:
Comer sin saborear, con el móvil en la mano.
Ducharte sin notar el agua.
Caminar sin sentir los pies.
Hacer scroll sin mirar.
Responder mensajes sin estar presente.
Respirar sin notar el ritmo.
Leer este post a toda prisa para encontrar “el ejercicio clave”...
En ese momento, te invito a hacerte una sola pregunta:
¿Puedo bajar un poco el ritmo ahora mismo?
Tal vez solo un 1%.
O un 5%.
O un 10%.
No se trata de moverse en cámara lenta, sino de encontrar un ritmo más natural, más conectado contigo, no con la urgencia externa.
Cada pequeño ajuste es un mensaje a tu sistema nervioso que dice: “Estoy a salvo”.
Prácticas pequeñas, efectos grandes:
Mastica más despacio, siente los sabores.
Respira profundo antes de contestar un mensaje.
Siente el agua en tus manos al lavar los platos o al ducharte.
Al caminar, nota cómo tus pies tocan el suelo.
Al hablar, deja un pequeño espacio entre frases.
Camina 10 minutos sin rumbo, observando 3 cosas nuevas.
Observa tu postura, la tensión, dónde la localizas.
Pon música suave y muévete como lo necesites.
Quédate unos segundos más en lo que estás haciendo, sin pensar en lo que viene después.
Puedes hacer un pequeño registro diario de en qué momentos notas que estás en modo automático. Tener identificadas tus señales es una fuente valiosa para, en la próxima ocasión, poder decir:
“Estoy otra vez cayendo en este modo. Lo veo. Me veo. Y ahora sé qué necesito para empezar a parar.”
Una semana y un journaling: preguntas para ir más profundo
Al final del día (o cuando sientas que lo necesitas), date un espacio para escribir.
No para hacerlo perfecto. Solo para escucharte con más claridad.
Te dejo algunas preguntas que pueden acompañarte:
🖋 ¿Qué descubrí al ir más despacio hoy?
🖋 ¿En qué momentos me costó más? ¿Y menos?
🖋 ¿Qué sensaciones aparecieron en mi cuerpo al bajar el ritmo?
🖋 ¿Qué me da miedo que ocurra si bajo el ritmo?
🖋 ¿Cuándo fue la primera vez que sentí que no podía parar?
🖋 ¿Qué parte de mí cree que no está bien soltar, descansar, no poder con todo?
🖋 ¿Qué me impide escuchar las señales que mi cuerpo me da?
🖋 ¿Qué emociones estoy evitando sentir cuando me acelero o me desconecto?
🖋 ¿Aparece algún recuerdo o figura de apego a la que le diera miedo parar?
No hace falta contestarlas todas.
Elige una. O simplemente escribe una frase que te acompañe durante el día.
Espero que lo disfrutes,
Estás en el camino.